El Sombrero del AbueloNos conocimos en una taza de leche y al principio éramos 15. Era una taza de leche muy grande y no había forma de escapar de ahí, asi que a cada cual más histérico y preocupado por su vida, empezamos a patalear para intentar escapar de aquella tremenda taza de leche. Tras muchas horas de tragar leche rancia y patalear en este poco terreno de Snorkles, uno a uno fueron cayendo nuestros compañeros, ahogandose y posandose en el fondo, como galleta fontaneda que nunca fue rescatada por cuchara de niño. Los compañeros que caían eran pasto de la desidia, preferían no malgastar las fuerzas, ya que su final sería peor que el de la galleta, por lo cual desistian y terminaban ahogandose en la leche rancia, a pesar de que los demás les animábamos a que siguieran pataleando intentando salir, hasta el último de sus suspiros. De 15 quedamos 8, ocho sorprendidos, porque del pataleo incesante poco a poco conseguimos que aquella leche rancia, de esta tremenda taza, pasara por muchos estados hasta convertirse en mantequilla. Por lo cual conseguimos salir con la suerte, que todas las personas que compartimos aquella experiencia, éramos músicos y nos montamos un grupete…Rock

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El Sombrero del Abuelo
Por alvarock el 30/03/2012

Nos conocimos en una taza de leche y al principio éramos 15. Era una taza de leche muy grande y no había forma de escapar de ahí, asi que a cada cual más histérico y preocupado por su vida, empezamos a patalear para intentar escapar de aquella tremenda taza de leche.

Tras muchas horas de tragar leche rancia y patalear en este poco terreno de Snorkles, uno a uno fueron cayendo nuestros compañeros, ahogandose y posandose en el fondo, como galleta fontaneda que nunca fue rescatada por cuchara de niño. Los compañeros que caían eran pasto de la desidia, preferían no malgastar las fuerzas, ya que su final sería peor que el de la galleta, por lo cual desistian y terminaban ahogandose en la leche rancia, a pesar de que los demás les animábamos a que siguieran pataleando intentando salir, hasta el último de sus suspiros. De 15 quedamos 8, ocho sorprendidos, porque del pataleo incesante poco a poco conseguimos que aquella leche rancia, de esta tremenda taza, pasara por muchos estados hasta convertirse en mantequilla. Por lo cual conseguimos salir con la suerte, que todas las personas que compartimos aquella experiencia, éramos músicos y nos montamos un grupete…

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